Boletin 102 4
Un personaje inolvidable. Parte 2 de 2. Derechos Reservados. Agosto de 2000 . D.R. © Doña Tony Carboney de Zebadúa >>>Continua del boletín anterior Empero, Don Abraham jamás olvidó sus creencias, pues desde que abandonó su patria siempre tuvo consigo, como una reliquia los objetos que utilizaba para la oración, tales como el TEFILIN – cinta que se ponía en la frente antes de iniciar sus preces cotidianas, completando el ritual, cubriéndose con un manto llamado TALIT -es una ordenanza del Antiguo Testamento, me asegura su hijo, así mismo la Estrella de David –signo del pueblo judío- que su padre siempre usó con una cadena atada al cuello. A falta de Sinagoga, don Abraham se retiraba a la “Cueva del Tío Ticho” para hacer oración y ayunar en las grandes fiestas judías, llevando para comer, únicamente un membrillo y galletas hechas de pan ácimo. Siguiendo con su dinamismo, forma un equipo de fútbol llamado “El Continental” integrado, entre otras personas, con don Chepón Gordillo, el Dr. Ortiz y don Ernesto Cifuentes, enfrentándose en los llanos de la Cueva con el único contrincante de ese entonces, el equipo de” San Sebastián”. La vida continuó su curso. Don Abraham, ya entrado en años empezó por añorar sus primeros años de vida errante en América y acosado por deudas, emprendió viaje a Tapachula para proseguir comerciando; más tarde, por la región de La Frailesca, instalándose, finalmente en Jaltenango de la Paz, donde radicó por varios años hasta el día de su fallecimiento, el 21 de noviembre de 1961. Este personaje quiso mucho a esta tierra, tan es así que lo llamaban “El Ruso de Comitán”, porque este pueblo le abrió las puertas, lo acogió como otro hijo más y él correspondió con creces, acumulando una enorme cauda e amigos.
Derechos Reservados. Septiembre de 2000 D.R. © Luis Daniel Tiempo,
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Derechos Reservados. Septiembre de 2000 D.R. © Profr. Raúl Espinosa Mijangos. Derechos Reservados. Septiembre de 2000 “Al que madruga, Dios le ayuda”... dice el refrán y otro dice que “camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”. Y son ciertos pues actualmente para subsistir debemos estar alertas, aprovechar las oportunidades que nos ofrecen, y no dejar que la ociosidad nos impida salir adelante.
Esta era “la ley” que seguía el personaje de quien hablaré: Don Hipólito Ruiz Contreras, cariñosamente “Don Polito”.
A don Polito no le costó nunca desempeñar un oficio pues fue albañil, herrero, ebanista, fontanero, entre otros, pero el trabajo que más le gustaba desempeñar era trastejar (cambiar tejados) antes de la época de lluvia, pero él dice que este trabajo se acabo en los 70’s, pues empezaron a proliferar las construcciones de loza.
Cuando dejó este oficio se dedico a “raspadero” (así llamamos a Comitán al vendedor de hielo raspado) aunque dice que no le daba muy buenas ganancias, pues los alumnos de la Est. No. 5 le pedían “fiado” muy a menudo y se le hacia difícil recordar tantas “caras”. Cuando reconocía a alguno de sus clientes, éste, con mucha familiaridad le decía: “caso te debo tío Polito, si ya te pague”.
Actualmente sus hijos ya no le permiten trabajar, pues argumentan que las calles ya no son seguras y son muy transitadas, por lo que puede ser atropellado.
Don Polito vive en la salida a Margaritas, todos los días saca una silla, y se sienta en ella junto a la puerta de la calle, le gusta rasgar una guitarra que tiene desde muy joven (fue el pago por una trastejada) y aunque nunca aprendió a tocarla, le gusta escuchar su desafinado canto. Y con este enamora a las muchachas que pasan frente a su casa, diciéndoles; “adiós chula... ¿te llevo serenata? Respetuosamente Raúl Espinosa Mijangos
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